Amazonas

Por la orilla

Las amazonas son señoras a caballo. Coño en lomo. Caballeras. De arco y flechas. Musas de rejoneadores y pinchadiscos borrachos de espuma y camisetas mojadas. O eso creen ellos.

Contaron y cantaron de ellas su valor y su costumbre. Guerrera. Admiraron su determinación de montar y matar sementales. De amamantar sólo niñas. Artificial partenogénesis. Sin género de dudas.

Se sorprendieron con su culto celo por las artes. Su amor por la música y la escena. Su rito de trance y espíritu. Almas de crines al viento. Al humo del fuego de sombras suenan las arpas. Ríe la flauta. Retumba el tambor en la piel. O eso creen ellos.

Susurraban al agua y las hojas sobre arroyos cosenos de leche, de miel y frutos. Semilla. Sonrisa. Vida. Brillo de negras pupilas que aprenden de ver. Que miran la Luna en el tigre tigresa. Que gruñen y duermen. Que sueñan.

Las amazonas son señoras que cabalgan a pelo conejo. Y clavan saetas esculpidas. Cupidas. O eso creen ellos.



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