Agente doble

Oro Ijinle (Palabra de raíz profunda)

Yo, agente doble entre conceptos,
amo tu voz, que no recuerdo.

Tu boca resbalando entre mis muslos
como una gota de absenta,
como una danza fría de loca indiferencia,

la lenta ceremonia de garganta seca,
el humo, tus ojos grandes,
rumores de botella rota bajo el agua,

los vocablos innobles que agrietan la faringe,
los lóbulos carnosos en tropel que fermentan.

Tu cabello tendido en esa sombra,
cubierto de periódicos,
brillando de tristeza.

La curva que blanquea en la oscuridad
las sombras deformadas.

Mis manos en tu espalda navegan inconscientes,
se deslizan verticales en busca de otro mundo.

El espejismo en mis ojos.
El camino hacia tus labios.
El hilo tenso de la carretera.

Yo voy corriendo hacia lo cotidiano de mi viaje nocturno:
lluvia de heno y semillas que se extinguen.

Con mi abrigo de estreno, a través de corrientes de aire y luz
en las que voy dejando un rastro velocísimo.

Un eco diluye las piedras iluminadas, desnudas y tensas
mientras yo invento
un sendero de seguridad opaca y nostálgico discurso.

La delicadeza del terruño verde bajo un caluroso día
mientras el aire espesa y nos mantiene alerta,
refresca nuestras nucas y nos dispone para la venganza.

Yo, agua olvidada una definitiva mañana,
la fractura del asedio.
Yo, un silencio que piensa y tiene sueño del tiempo.


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