Has de creerlo: el silencio se podría interpretar
como una batalla en un denso diálogo
escrito y trazado a golpe de espuela, tinta y malabares.
Me oigo y me escucho a veces: soy eco de mi pensamiento
con una puerta entreabierta al sueño,
y es en ese momento cuando deliro y pienso
no estar de parte de la palabra fácil.
Me gustaría vivir en un mundo hecho de cenizas de espejo.
Me gustaría no pensar en una historia apasionada
donde el universo es el premio.
Entonces podría abandonarme a la ensoñación,
como un piloto de combate abandona el avión abatido en pleno vuelo.