A la tarea

Susurros a bocajarro

 

Que cada día empiece y termine.
Eso estaría bien.
Sin arrastrar la «s» del lunes al martess,
que llega el viernesssss y suena a serpientes…

Que al despertar estemos nuevos
O al acostarnos
Y si no nuevos del todo, al menos estrenando.

Que sí, que la arruga se hace honda, se abalanza el esternón hacia los pies, caen al precipicio las curvas convexas, se llenan las cóncavas y abandonan el color ¡incluso el ser! las cabelleras. Pero eso es otra cosa.

Si el borrador desdibuja las letras al final de la jornada, aunque quede en el suelo la tiza, la pizarra vuelve a estar en blanco.

Borremos, pues, que hay mucho que escribir y el día es breve.

 

Fotografía: Susana Blasco