Tu eri la verità, il mio confine,
la mia debole rete, ma mi sono schiantata
contro l’albero del bene e del male.
Alda Merini
hoy es un calidoscopio
hecho con viudas
he soñado con mi sonrisa ensangrentada
por todas las decisiones torcidas
vivo salvando los cortes,
como enamorado de la ausencia
que amenaza con quedarse para siempre
vivir en ella
que sea el centro de la vida
despierto de la larga siesta de mí mismo
y mi vida sigue siendo inevitable
-esencial y minúscula como unas ruinas-
la primera vez que me visité
y tomé consciencia de mi arquitectura
no escuché ni una sola de mis risas
me pierdo en construcciones nuevas,
cabañas,
cercos para ganado,
en un millón de nuevos sentidos,
ojos de cristal reflejando el cielo
llámalo agridulce, llámalo decadente
como el esbozo de sonrisa
que se desliza por la imposibilidad
todos los dedos apuntan hacia allí
y yo estoy aquí
pero me daría miedo
leer mi esquela en el periódico
y corto el tiempo en cuatro
y lo arrojo al viento
blanco, inmaculado
profundo, eterno
en disonancia con la vida moderna
[pausa dramática,
con valkirias wagnerianas de fondo, bombos y cajas, muchas guitarras]
busco carbón ardiente
para incomodar a la oscuridad
extrayendo lo continuo de mis vivencias
de mis aguas
de mis grietas
en una colina se extravían las miradas
de los psiquiatras
y el cielo se acerca mucho,
como nevando seco
y ahí, a lo lejos, en la costa,
el sol está colgado de una percha
como una camisa de arrugas cálidas
ampliar la mirada,
comprometerme con las esquinas de mi vida
entender que todo me es obligatorio
aceptar el dolor como el principio fundamental
del camino a seguir
al final habrá alguna sabiduría,
un agujero negro,
una habitación llena y vacía
o un paisaje en el que yacer
no pensar en nada más
y hacer
con todos esos pinchos
un círculo de belleza