Va para ocho años que derribaron La Casita Blanca, tal vez el meublé más querido de Barcelona. Se expropió y demolió con prisas por decisión municipal, ya que la zona iba a ser remodelada y se iba a construir un parque. Actualmente, es un solar abandonado.
La Casita se edificó en 1912 y estaba abierta las veinticuatro horas del día. En sus primeros años de funcionamiento, marcaba diferencias con el ambiente canalla de La Rambla y con el, por entonces, llamado Barrio Chino. Por las habitaciones de La Casita han pasado generaciones de amantes, tantos como una media de cincuenta parejas diarias, y solo se admitían parejas tradicionales. El trajín bajaba sensiblemente los domingos, tal vez se consagraba ese día a una vida conyugal ejemplar.
El nombre fue puesto por los vecinos al ver las sábanas blancas que se secaban al viento en su azotea. Ahora esas velas ya no surcan ninguna pasión.
Besos, palabras. Alguna promesa de amor eterno. Pasar la tarde fundidos, que el mundo se acaba.
Que hay récords que solo puedo escribir contigo: / los cien besos libres, los cuatrocientos abrazos / o, si nos metemos a fondo, la maratón de cariños.