Sé nadar.
He sido tiburón sin culpa, sirena hechizo, abrazo anguila, pez dorado en la pecera, salmón suicida en cascada,
y alguna vez también fui ostra cerrazón y centollo para atrás y calamar huido en tinta.
Y ahora,
ahora siempre quiero ser agua.
Sé dar.
He regalado bombones encajados, poemarios siempre el mismo, bourbon a palo seco, piel desnuda cicatriz herida abierta, arena cuerda de reloj, pasaportes a otro sitio,
y, en ocasiones especiales, hice ofrendas de granada sin anilla y espada de doble filo y Santa Rita.
Y ahora,
ahora solo doy manos abiertas.
Sé perder.
He perdido batallas sangre, amores siempre, billetes todos, paredes —¿mías?—, abrigos puestos, lencería en invierno, trozos de mí, casi yo entera,
y sin opción a la revancha perdí todos los recuerdos isla y las apuestas triple o nada y el acuse de recibo de promesas.
Y ahora,
ahora me apetece perder tiempo.
Sé soñar.
He soñado caricias ahí, paraísos en vida o después, aventuras ayer, loterías mañana, perdices eternas, laberintos techados, ladrones velocistas,
y esta última noche, finales al principio y futuro blanco sobre negro y pasado imaginario.
Y ahora,
ahora soñaré soñar contigo.
Sé mentir.
He jurado en falso lecciones aprendidas, casi fidelidad, malos amigos —buenos, menos—, culpas ajenas, hazañas de vergüenza,
he mentido besos, he mentido casi todas las palabras.
Y ahora,
ahora quiero aprender a engañar a la muerte.
Sé escoger.
He probado trajes lentejuela, frutas del bosque sin dulce ni pasión, labios mordisco, pieles de velcro, drogas algunas, luces de escena, voces en micros,
y he probado suerte buena y mala en miradas de lejos y de cerca.
Y ahora, ¿con qué quedarme?
Sé nadar, sé dar, sé perder, sé soñar, sé mentir, sé escoger,
sé que me quedo.
Me quedo aquí a ser agua, a dar manos abiertas, a perder tiempo en soñar contigo, a engañar a la muerte.
A probar yo a probarte a ti.
Ahora que sabes lo que sé,
prueba tú a probar conmigo.
Imagen: Collage de Susana Blasco