Soñó que escapaba de todo lo que le había hecho ser como era.
No soportaba levantarse cada mañana y repetir los mismos gestos, sentir la misma angustia, ver los mismos ojos enmarcados en violeta ante el espejo, el mismo cepillo de dientes, la misma taza de café, encender el ordenador, mirar el correo, leer los estúpidos titulares de los diarios electrónicos…
Se vistió sin ganas con una camiseta negra, aquellos vaqueros desteñidos que eran su segunda piel y una sudadera con un mensaje en la espalda del que ya ni se acordaba: Fuck off.
Veinte minutos de bicicleta hasta el trabajo, atravesando polígonos industriales y descampados suburbanos hasta integrarse en la gran masa gris de la ciudad. Pedaleaba con la capucha puesta, una débil lluvia difuminaba los grises hasta el infinito y los neumáticos parecían disolverse en el asfalto.
Vio que las nubes confluían en un punto oscuro justo en medio de su camino. Respiró hondo notando cómo la electricidad le recorría la columna vertebral, más fuerte cuanto más se acercaba al agujero negro que le esperaba, y corrió como un poseso hasta llegar a aquel punto que ahora ocupaba todo su espacio visual. Lo atravesó y todo se fundió en negro.
Una profunda quietud le invadió dentro de aquella nada, hasta que el despertador volvió a sonar a la misma hora.
Fotografía de Birnaz Kurt