Se miró en aquel espejo negro hasta que su imagen desapareció. Se sintió solo, se sintió muerto, trató de recordar un hecho agradable de su infancia. Le vino a la mente un día muy lejano, quizás el primer recuerdo de su vida, tres, cuatro años, cuando caminaba solo hacia el bosque, frente a su casa del pueblo, atraído por el sonido del viento entre los pinos. Y se vió sentado en una piedra con un babero azul y sandalias de goma, debajo de los árboles, mientras oía la voz de su madre a lo lejos y él permanecía callado sin saber por qué. Comprendió que aquel gesto rebelde le había acompañado toda su vida. Abrió los ojos y el espejo se rompió en pequeños cristales brillantes que reflejaban momentos de su vida, encrucijadas que no supo resolver. En el marco vacío, escrito con su letra, leyó una frase que decía: “Somos libres si queremos serlo».
Fotografía de Erminio Vanzani.