Me encontré con el fantasma de la ópera. Andaba liado con lo de halloween. Nos sentamos en una terraza y pedimos unas copas. Varias. Me contaba que iba a disfrazarse de punki cuando se desató el apocalipsis: Abiertos cielos e infiernos, escupieron fuegos gaseosos y nubes empalagosas, los mil horrores incontemplables bañados en cánticos inverosímilmente repetitivos, lucharon ángeles y demonios, y destrozaron todo lo que había sido creado.
Me giré con cara de sorpresa y miedo. Buscaba explicación y abrazo cálido en su mirada. Y lo vi alejarse. Se había puesto una cresta de colorines, el muy cabrón.