Multas e indemnizaciones en la Edad Media

Ultramarinos y coloniales


Mucho sinvergüenza anda suelto, mucho energúmeno ensuciando paredes, robando o rompiendo lo que es de todos, papeleras y demás mobiliario urbano, o atropellando a gente mayor con el patinete, gente incívica que casi siempre se va de rositas. A veces uno echa de menos leyes más duras y severas, no contra el pobre desgraciado que roba una manzana porque tiene hambre, sino contra esos desalmados sin cerebro, como los que graban con su móvil una paliza propinada a un compañero de clase o esos que violan en manada, niñatos malcriados casi siempre, que se aprovechan de una justicia en exceso blanda o garantista.

Los romanos lo tenían muy claro. El que la hace, la paga. Solo hay que echar un ojo a la legislación de entonces. Por poner ejemplo, la Lex Iulia, propuesta por Julio César cuando era Cónsul, destinada a los corruptos y sancionada casi siempre con el destierro; o la Poena cullei o “pena del saco”, aplicable a los sujetos que habían sido declarados culpables de parricidio. El castigo consistía en meterlos en una bolsa de cuero posteriormente cosida, en compañía de animales vivos como un perro, un mono y una víbora, y luego arrojarlos al agua. En este caso una pena cruel como pocas, sobre todo para los animales.

Con la caída del Imperio romano, los distintos pueblos bárbaros que se fueron asentando en los diferentes territorios, apoyados casi siempre en el Derecho Romano, llevaron a cabo tareas legislativas de importancia que hemos podido conocer a través de varios de sus reyes como Eurico o Alarico. Leyes con las que se pretendía poner orden en la convivencia cotidiana y regularla.

La idiosincrasia de cada pueblo imprimió su sello peculiar en las normas legislativas de cada lugar y la variedad de multas y castigos iba en consonancia con ello. Mientras que un robo en algunos casos era condenado con la pena de muerte, en otros se arreglaba con el pago de una fuerte suma de dinero, según la Ley Salia [Procede de los «salios» francos del siglo V, de la época del rey Clodoveo, y constituyó el fundamento legislativo de los primitivos franceses durante varios siglos], de tradición oral y aplicada por muchos pueblos germánicos, como por ejemplo los francos y visigodos…

Asesinar al comensal de un rey se castigaba con 300 sueldos. El sueldo era una unidad cuyo valor era de 1/20 de la libra (489,6 gramos). De origen romano, Carlomagno la adoptó como patrón para fabricar monedas, estableciéndose la siguiente equivalencia:

-Una libra = 20 sueldos = 240 dineros (denarios)
-Matar a una mujer en edad de procrear, 300 sueldos.
-Asesinar a una embarazada, 700 sueldos.
-Si el feto era varón, 1300 sueldos.
-Matar a un niño menor de 12 años, 600 sueldos.
-Si se tratara de una niña, 200 sueldos.
-Desvalijar una despensa, 15 sueldos.
-Sustraer un tarro de miel, 45 sueldos.
-Castrar a una persona, 200 sueldos.
-Si el castrado era miembro de la guardia del monarca, 600 sueldos (por el miembro del miembro).

Entre los galo-romanos, violar a una mujer estaba castigado con la pena de muerte. Si se trataba de una esclava sólo había que pagar una multa compensatoria. Entre los francos, en la época de Carlomagno, la multa podía llegar hasta los 200 sueldos.

Volviendo a la Ley Salia de los pueblos bárbaros, el que provocara un incendio debería pagar indemnizaciones a los familiares si hubiera muertos. Los romanos acostumbraban, por el contrario, a castigar a esos pirómanos con el destierro o con trabajos forzados. Si los daños eran muy graves, se podría llegar a la pena de muerte.

Era frecuente entre los germanos aplicar severas multas:

-Tocar una mano de mujer, 15 sueldos.
-Tocarle un brazo hasta el codo, 30 sueldos.
-Tocarle un brazo por encima del codo, 35 sueldos (y si sigues subiendo, te arruinas).
-Tres puñetazos, 9 sueldos.
-Un ojo saltado, 100 sueldos.
-Una mano arrancada, 100 sueldos.
-Cortar a otro una oreja, 100 sueldos (si el miembro sólo cuelga, había rebaja).
-Seccionar el dedo meñique, 15 sueldos.
-Cortar el índice, 35 sueldos.
-Llamar a una mujer prostituta, 45 sueldos.
-Llamarle a uno chivato, 3 sueldos.

Siglos más tarde, en la España del Cid y de su rey Alfonso VI de Castilla y León, el de “la jura” de Santa Gadea, cuando un guerrero sufría algún percance y era malherido, una especie de “seguro” cubría los daños y las mutilaciones que hubiera lugar y las indemnizaciones estaban en consonancia con el daño recibido:

-Pérdida de cuatro dientes, 40 maravedíes.
-Pérdida del dedo pulgar, 50 maravedíes.
-Por el meñique, 10 maravedíes.
-Pérdida de una oreja, 40 maravedíes.
-Pérdida de un ojo, de una mano o de la nariz, 100 maravedíes.
-Pérdida de un brazo o de una pierna, 120 maravedíes.
-Fallecimiento en acto de servicio, 150 maravedíes.


Fuentes consultadas:
Fuero Juzgo. Traducción del Liber ludiciorum de Recesvinto por iniciativa de Fernando III en el siglo XIII.
En: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/fuero-juzgo-en-latin-y-castellano–0/html/
Artehistoria: http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/917.htm
Violencia y muerte en la Edad Media: http://www.portalplanetasedna.com.ar/edadmedia6.htm
https://www.abc.es/historia/abci-estas-fueron-severas-penas-antigua-roma-para-delitos-corrupcion-existen-202005290119_noticia.html
https://www.boe.es/biblioteca_juridica/anuarios_derecho/abrir_pdf.php?id=ANU-H-1989-10058100596
Otra historia de España, Fernando Díaz Plaja. Plaza y Janés. Barcelona, 1973.
Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Sueldo (moneda)