Cada cosa que pasa hoy
es el resultado de algo que ya sucedió.
En 2002, un año antes de morir, Johnny Cash —el cantautor de country y rockabilly más famoso de la historia— grabó su versión de Hurt, una canción de Trent Reznor de 1994. La pieza apareció en su último disco: American IV: The man comes around, un álbum donde abundan las versiones a las que Cash confiere un toque especial con su voz solemne y triste de viejo atribulado y enfermo. Que tras su muerte aparecieran American V y American VI, así como incontables recopilatorios del artista e incluso una caja con más de ochenta canciones preparada por el propio Cash durante sus últimos meses de vida, no son más que síntomas de que el negocio debía seguir funcionando. A lo largo de sus casi cincuenta años de carrera, Cash vendió cerca de noventa millones de álbumes. Siempre necesitó abundante cash para mantener su acelerado ritmo de vida, un ritmo al que los caprichos, el alcohol y las drogas no fueron ajenos.
Johnny Cash se pasó la vida en la carretera montado en su black bus, conduciendo su black Cadillac, vestido de negro, untado de anfetaminas y alcohol, empalmando conciertos allá donde los hubiera y simultaneando su saneado tren de vida con un explícito apoyo a los pobres y marginados, en especial a los que fueron carne de presidio(1). Su objetivo explícito era levantar el ánimo de los que lo pasaban mal, como lo pasaba él, cuya vida soportó múltiples altibajos: el desprecio de su padre, un matrimonio con tres hijas fracasado, los problemas con las drogas y la búsqueda desesperada del amor de June Carter, también cantante de country, con la que finalmente consiguió casarse. Con June convivió treinta y cinco años, compartió bolos y canciones. Un amor romántico y atrabiliario, salpimentado por las anfetaminas, los periodos de resaca y un pertinaz deseo de regeneración. Quizá por eso, cuando le tocó hacer balance, Johnny Cash eligió Hurt como despedida: la canción que Trent Reznos grabó con su banda Nine Inch Nails en The Downwart Spiral (1994), un himno al dolor, la culpa y la redención. En Hurt, Trent Reznos —considerado una de las figuras más creativas de su generación— se pregunta por su trayectoria vital, sus amigos y las razones de su soledad.
En aquellos años, Reznos arrastraba una profunda depresión clínica y acariciaba la idea del suicidio. Pero no llegó a consumarlo. Años más tarde declaraba en la revista Rolling Stone que necesitó mucho tiempo para superar la crisis: «Tuve que cambiar mi forma de pensar y darle la vuelta a mi vida. Tuve que abofetearme: ‘Si quieres matarte, hazlo. Ahórrale la molestia a los demás. U organízate’».(2)
La inclusión de Hurt en su epitafio, así como las imágenes del vídeo promocional de la pieza —en las que Johnny Cash aparece rodeado de muebles suntuosos y comidas lujuriantes— no puede ser más acertada. «Es el mejor tema antidroga que he oído nunca», opinó Cash, así que decidió que esa canción le acompañaría hasta la tumba. «Si pudiera empezar de nuevo, a un millón de millas de aquí —concluye la letra—, cuidaría de mí mismo y encontraría un camino.»
Cash aparece en el vídeo con la mirada turbia y el rostro ceniciento del que se aproxima a la muerte: imágenes patéticas que contrastan con otras donde se le ve en plena forma, joven, altivo y vigoroso, rodeado de fans, trofeos musicales y discos de oro. A sus espaldas puede verse a June Carter, el amor de su vida, con más de setenta años, contemplando la desolación a la que han llegado. «El dolor es lo único real», musita Johnny Cash rasgando su guitarra. Y June le mira compasivamente, ajena, quizá, a lo que se les viene encima. June Carter moriría a las pocas semanas, tras una operación a corazón abierto, y Johnny Cash cuatro meses después. Así es la vida.
He aquí el lamento completo del artista:
Hoy me autolesioné
para ver si todavía siento.
Me centro en el dolor,
lo único que es real.
La aguja desgarra un agujero,
el viejo y familiar pico.
Trato de enterrarlo todo,
pero todo lo recuerdo.
¿En qué me he convertido,
mi más dulce amiga?
Todos a los que conozco me abandonan
al final.
Y podrías quedarte con todo
mi imperio mugriento.
Te decepcionaré,
te haré daño.
Llevo esta corona de espinas
sobre este trono de farsante,
lleno de pensamientos rotos
que no puedo reparar.
Bajo las manchas del tiempo
los sentimientos desaparecen.
Tú eres otra,
y yo aún sigo aquí mismo.
¿En qué me he convertido
mi más dulce amiga?
Todos a los que conozco me abandonan
al final.
Y podrías quedarte con todo
mi imperio mugriento.
Te decepcionaré,
te haré daño.
Si pudiera empezar de nuevo,
a un millón de millas de aquí,
cuidaría de mí mismo,
encontraría un camino.(3)
Unas cosas llevan a otras. Y, sin duda, cada cosa que pasa hoy es el resultado de algo que sucedió ayer. Johnny Cash reinstala la canción de Trent Reznos en su repertorio final y contempla el mundo como un lugar ajeno y esquivo, dejando a un lado su larga vida de conciertos, éxitos comerciales y contacto con los grandes de la canción (Perkins, Lee Lewis, Presley, Dylan…).
Johnny Cash murió con 71 años, en 2003, agotado por la diabetes. El hombre vestido de negro —así lo apellidaban sus amigos y enemigos por su sempiterna vestimenta y sus gafas negras— fue conducido al cementerio de Hendersonville (Tennessee) en un Cadillac negro, como el que solía conducir durante sus giras. Lo cuenta así Rosanne Cash, la primogénita de su primer matrimonio, en su disco Black Cadillac (2006), una emotiva grabación en la que la cantautora rinde homenaje a su padre, a su madre Vivian Liberto y a su madrastra June Carter.
Fue un Cadillac negro el que se te llevó.
Todo el mundo está hablando,
pero no tienen mucho que decir.
Había un cielo negro de lluvia,
pero no cayó nada.
Uno de nosotros tiene que irse al cielo,
y otro tiene que quedarse aquí, en el infierno.
«Sin ti, el mundo se vuelve más solitario que nunca. Seguramente siempre lo fue, y ahora lo es todavía más, sin ti y sin sangre, mi sangre», cierra el tema Rosanne Cash.
Pero la vida continúa.
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[1] Quien quiera saberlo todo sobre Johnny Cash puede hacerse con la biografía del cantautor, escrita por Robert Hilburn en 2013 y publicada en España por Es Pop Ediciones (Madrid, 2018). También consultar la muy atractiva aproximación a la personalidad de Cash a través del cómic: Johnny Cash: I See a Darkness, por Reinhard Kleist (ECC, 2019).
[2] Anthony Bozza: ‘The Fragile World of Trent Reznor’ (Rolling Stone Magazine, 14 de octubre de 1999).
[3] Las traducciones son de mi buen amigo Juan Antonio Gómez.