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Salir con Maribel a gastos pagados desequilibra mi presupuesto. Que no es lo mismo ir al cine solo que acompañado. Y si además tengo que pagarle la entrada, gasto el doble; mucho más que cuando es el día del espectador. Su cumpleaños fue el domingo, así que primero le dio por ir a ver una exposición (de pago), luego el vermú y la comida en un restaurante del centro, sin menú, porque los domingos no hay menú. ¡Veas tú si no podríamos haberlo celebrado el viernes!
Salir con Maribel y que sea su cumpleaños, agasajarla con una flor y unos pendientitos Swarovsky, aunque sean los más baratos de la colección, visitar juntos la exposición de Bancaja —que si Picasso, que si Sorolla, que hay que ver lo bonitas y refrescantes que son sus pinturas—, tomarse una cerveza con cacahuetes (¡y le da por pedir calamares a la romana!) en la plaza de doctor Collado, zamparse la comida —no diré dónde, para no hacer publicidad del lugar—, dormir la siesta en los cines Lys (¡a Maribel no le van las butacas del D’Or, que es de reestreno!) me deja sin recursos. ¡Y a principios de mes, Maribel! Tendré que recomponerme.
Por suerte acabamos en su casa, así que el whisky de la tarde lo puso ella.
Si a eso sumamos el precio del Viagra, que ha subido, y el del autobús (Maribel vive en el otro extremo de la ciudad y a las diez de la noche no voy a darme una caminata hasta San Marcelino), hay como para pensárselo dos veces. Para pensárselo mucho.
Por suerte pude aprovechar la última pastillita de la caja, que ya estaba caducada y, si no llega a ser por Maribel, hubiera tenido que reciclarla en la farmacia. Que en eso soy muy mirado y no hay medicamento caducado que no acabe en el cubo del reciclaje. La cosa es que me la tomé y en paz. Fin de la caja. Y no fue mal. O fue como siempre.
Me da la sensación de que la fecha de caducidad de los medicamentos es un timo como el de las lentejas. ¿Cuándo se han caducado las lentejas? Toda la vida nos las hemos comido sin leer las advertencias del paquete. Los fabricantes solo quieren que hagamos gasto.
Y las feromonas… ¿Cuándo caducan las feromonas? Por lo que sé, y olí, las feromonas de Maribel continúan como el primer día. Y eso que la frecuento desde hace veinte años.
Tras repasar la contabilidad, viene el resultado: voy a tener que rebajar mi vida social al menos durante un mes. Que luego vendrán las fallas y si no consigo ese empleo subsidiario en la churrería del hijo de Miguel, el pelma, no podré comprarme otra cajita de pastillas mágicas. Que así es la vida del pobre: poca chicha, poco trato y mucha suela de zapato.
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