No muy trabajador. Pero aseado, eso sí. Chapurreo algunas palabras de pueblo y de barrio, y sé hablar con un palillo en los labios. El español, como ves, lo domino a nivel escrito. En la parte oral me pierdo con el latín, pero la lengua la domino. Mi mayor capital es la ternura, mientras no me hagas llorar, claro. Así que sí, soy sensible, también a la señal de wifi. Prefiero un buen concurso de La 2 antes que un libro, aunque sea de dragones. Ahora no tengo ocupación, pero me encantaría trabajar de reportero gastronómico por España a gastos pagados. Porque, como habrás adivinado, me gusta comer. Pero comer bien, eh. Tampoco pido mucho si tú te apañas en la cocina. Yo puedo hacerte la compra por internet si tú más o menos recoges la casa; ya ves que creo a tope en lo de ayudar en las tareas domésticas.
Más cosas de mi personalidad. A ver. No soy de hablar mucho y si hay que escuchar, escucho (aunque no lo entienda, por eso no te preocupes). Tengo mis valores, por supuesto, y a veces también le doy al coco sobre esas cosas de la muerte, los agujeros negros, el bimbán y el horóscopo. Que, por cierto, soy Sagitario (como te habrás dado cuenta). No me gustan las discusiones si puedo dar un puñetazo en la mesa, pero sé que a veces hay que saber estar y respeto las opiniones de los demás mientras no me toquen los cojones. En esto tengo que hacer un inciso porque, aunque mido mi buen metro setenta y no llego a noventa kilos, sé que puedo intimidar, pero realmente no suelo meterme en peleas; solo una vez me pusieron una orden de alejamiento y, como la tía acabó pirándose a otra ciudad, no tuve mayor problema. Así, en general, ves que soy muy tranquilote. Aunque a lo mejor eso no te va. No sé.
Bueno, empecé diciendo que no soy muy trabajador. Pero, a ver, no soy un puto vago. Es una historia muy larga, pero vamos, que te la resumo: desde el instituto, que tenía unos profes coñazos, salvo el de Reli, que era muy enrollao, me fueron pillando manía. Alguna vez con razón, para qué te voy a mentir, pero casi siempre sin razón. A veces por envidia de algunos compañeros, que se metían en asuntos que no les importaba. Otras veces porque me acusaron de copiar trabajos de internet. Y, en general, porque no estudiaba mucho. Pero puedes juzgar por ti misma cuando nos veamos preguntándome sobre lo que quieras. Total, que no me dieron el título. Y nada, pues voy buscando curro adecuado a mi capacidad. Para qué engañarte, el sistema es una mierda: en todas partes te piden el título de la ESO. Además, yo tengo una máxima: no me mandes a otra provincia. Conclusión: no temas, que no tendrás tiempo para echarme de menos.
¡Ah!, algunas cosas graciosas sobre mí, ¡ja, ja, ja, ja, ja! Soy muy divertido. Me sé mogollón de chistes (y no todos verdes, eh). Modestia aparte, se me da muy bien el baile: yo paso de cosas antiguas, a mí ponme un buen reguetón, que quemo la pista. Bueno, miento, la música antigua también me gusta, pero para cantarla: unos buenos Camela, un poco de flamenquito guapo e incluso te salgo por Nino Bravo en el karaoke. No me va el alcohol si conduzco, pero como no tengo coche, pues tampoco es problema (¿tú me dijiste que tenías coche, no?).
Se me olvidaba. No te he hablado de mi familia. Quiero mogollón a mi vieja (mi padre murió hace uno o dos años, que Dios lo tenga en su Gloria). Tristemente, está ingresada en un asilo. Las últimas noticias que tengo es que le quedaban unos meses de vida, lo cual me recuerda que tengo que pasarme por allí antes de que… Es amor de hijo. Eso y que no puedo permitir que solo me ceda este pisazo en el Barrio de Salamanca de la legítima. Aunque no es asunto tuyo, ¿a que no te haría gracia que tus padres dejaran en herencia varios millones de euros y decenas de propiedades a la beneficencia?
Este soy yo.