Si tú me dices ven 

Entre líneas

 

 

Hoy el jardín ha amanecido blanco; de lejos se oye Si tú me dices ven, ese bolero que siempre cantabas y que ahora en cambio no puedes soportar. De un tiempo a esta parte cualquier condicional te inquieta, incluso el de esa bella melodía.  

Quisiste persuadirme de no hablar en condicional y no te hice caso, lo sé, pero ¿cómo iba yo a imaginar las consecuencias que podía tener el abuso de condicionales?

Sin embargo, hace unos días mientras paseaba junto al mar, ni el murmullo del agua ni las olas cubriendo de azul la arena consiguieron alejar  los condicionales de mi cabeza. A medida que iba  bordeando la orilla empezaron a invadir mi mente haciéndome fantasear …si pudiese…, yo quisiera…, y poco a poco esas ideas fueron perturbando mi paseo.

El tema se ha vuelto tan grave que incluso las autoridades han iniciado una campaña de prevención, para intentar que la población entienda que los condicionales son víricos y peligrosos; nos hacen soñar imposibles y no nos dejan gozar de lo que tenemos.

Por una vez parece que aciertan en sus consejos, tanto es así  que en casa hemos empezado a capturar condicionales y los vamos guardando en un jarrón de cristal que cerramos con un tapón de corcho de la cocina.

Y no estamos solos en esto. En nuestra escalera hay otros vecinos que cooperan. Todo el rellano del quinto piso está por la labor y también en el tercero se están poniendo las pilas encerrando a todos los condicionales que se les presentan. 

De hecho solo quedan un par  de vecinos que no han podido con ellos. No logran ni tan siquiera salir de sus casas para ir a comprar comestibles; siempre hay un condicional en la puerta que los intimida con un ¿y  si…?, tal vez…, quizá sería mejor … Hay que reconocer que los condicionales son astutos y saben cómo hacernos dudar cada vez que intentamos tomar una decisión.

Mientras se escuchan las últimas notas del bolero, la música me transporta a viejos tiempos en los que me solías cantar Si tú me dices ven. Nunca te lo dije, nunca te pedí que vinieras y no dejo de pensar qué hubiese pasado si lo hubiera hecho.

Si lo hubiera hecho… ¡Vaya! Sin darme cuenta se me ha colado un condicional en la frase y, ¡maldita sea!, ahora no sé dónde tengo el dichoso jarrón.

 

Ilustración Giulia Rosa