Resquemoralinas

Pneumas

 

Pinzaste las luminiscencias que descubrían los escondrijos
de los mentirosos cuando temiste un sobresalto en tus comodidades. 
Pero, con ello, oscureciste el camino de los menesterosos.

Señalaste con el dedo a quienes pedían la palabra
para entender nuestros terrores sin abrir tus orejas
a los sonidos de sus voces y, menos, de sus discursos.
Mas, al hacerlo, los situaste en el punto de mira de las ametralladoras.

Rompiste tus lazos con aquellos que no vestían, olían, comían, 
sonreían o gastaban como tú, temiendo sus distintos ademanes.
Sin embargo, dejaste así de recibir los regalos 
de quienes respiraban tu mismo aire.

Miraste hacia otro lado cuando sus cuerpos desnudos
se presentaron ante ti, con el miedo de verte reflejado en ellos.
Pero, con tu gesto, olvidaste que tú también eras corpóreo 
y perdiste sentir las sensaciones.

Odiaste los pensamientos de los que un día te preguntaron 
por tus amores, recelando de sus intenciones.
Y fue entonces cuando anulaste la vida, dejaste de oler, 
agrisaste el día, temblaste con pavor y te refugiaste 
en un cenáculo oscuro en el que te esforzaste 
en argumentar para creer ciegamente en tu felicidad.

 


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