Este trocito tuyo que yo tengo
este color de sangre, esta moldura
quise arrancarlo entonces. Tú lo sabes.
Este trocito tuyo que yo tengo
cura la herida y duele y sabe siempre
que nunca es solo mía la amargura.
Este trocito tuyo que yo tengo
lo busco a veces dentro de otro cuerpo,
en un ruido de risa, en unas manos,
en un aroma ronco, en una voz,
en un “mi niña”, un “quieta”,
y no lo encuentro.
Este trocito tuyo que yo tengo
lo llevo ahora al aire, que lo vean.
Que sepan que de ti soy.
Que te tengo.
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*Del número VII de la plaquette Rue Vaneau: Cinco cantos a la savia.