Que nadie llame a los bomberos.
Que acudan tarde,
perezosos o pacientes,
los vecinos
muchos días, mucho más
tarde que el agua,
que el aire, que el último
segundo de la espera.
Que alguno cuide de las plantas
libres por fin de la venganza desidiosa
que infringimos los que casi estamos muertos,
perezosos y pacientes,
a los que tienen lleno el tiempo
o las macetas.
Que igual que siempre nadie se dé cuenta
del feliz derrumbe de la casa,
del feliz derrumbe del poema,
perezoso y paciente,
tan inapropiadamente lleno
de gritos.
Collage de Julia Malkova (@jmalkova)