Se acerca sonriente, brillando.
Cruza la calle sin mirar.
La miopía le mantiene la esperanza
hasta que alcanza mi acera.
Luego, sin parpadear, cambia de mirada:
se vuelve islandesa
y venía dispuesta a ser mediterránea.
Me ha encontrado viejo.
Y yo, que lo soy, lo he visto.
Fotografía de Susana Blasco