Oh, chocolate, tú que has llegado de lejanas tierras, otórganos tu aromático aroma y derrítete sin grumos.
Oh, mantequilla, fruto lácteo, haz que tu incorporación sea el vehículo de la cremosidad de la mixtura.
Oh, huevo, ruego que te rompas limpiamente y que tu yema alimente la masa fundida y homogénea.
Oh, azúcar, danos tu glucosa para alimentar nuestras neuronas y permite que la clara arribe al glorioso punto de nieve.
Oh, nata, que tu presencia contribuya a enaltecer la untuosidad de este humilde postre.
Oh, molde, haz que, en tu seno, el frío logre la consolidación de esta dulce mezcla.
Oh, mousse, concédeme que tu intenso sabor propicie la exaltación necesaria para que acabemos en la cama.
Amén.