Una ausencia absoluta de prisa tiene que ser tan dulce…
Completamente en sombra, sonreír invisible a cada transeúnte que atraviesa la mira telescópica.
Perfectamente quieto. Serenamente alerta. El hombro ferozmente amoldado a la culata.
Todo el tiempo de una vida sedimentado en el índice y una certeza blanca como una muerte: la víctima estará en el lugar preciso de la bala.
Collage de Susana Blasco