Nitrógeno

M de Mirinda

 

Hemos superado la línea. Se ha acabado el tramo de la ayuda en carretera y las ambivalencias perdona vidas. Ahora, en esta pista forestal que ya devora la espesura, el pan es pan y el vino es vino. Con suerte nos toparemos con un chozo de pastor, con un arbusto alimenticio, con un arroyo sin bacterias. Duraremos lo que nuestro ingenio nos permita. A la intemperie, después de toda una vida de cautividad regalada, poco duraremos. Escuálidos nos iremos quedando hasta que nos sentemos bajo un pino torcido y pongamos la espalda recta, para mejor recordar, y rumiemos pasados: deberíamos haber estibado, en cajas de cartón perfectas como barquillos, todos nuestros objetos de compañía, pequeños conglomerados de materia garrapiñados de afecto y dulces al ojo de la memoria; deberíamos haber dejado todo atado, y no enredado, o bien quemado, o bien vendido a un chamarilero. Mas, al superar la línea, lo que ocurrió de improviso, pero a su hora, se esfumó cualquier posibilidad de poner orden al encierro antes del destierro. Y ahora vagamos, dejando un rastro de calor azul que amaina, se agota y pierde. Y ahora somos esencialmente prescindibles, redundantes y un excelente futuro abono orgánico. Un saludo a los lobos hambrientos, y a los gusanos. ¡Viva el nitrógeno! Seguiré contando.

 


Más artículos de Mirinda Cristina

Ver todos los artículos de