Tengo la idea para el negocio perfecto: vender efectos sonoros personalizados.
Despierte oyendo trastear a esa persona especial.
Apenas unos pocos ruidos que le acompañarán en su primer contacto con el día, o que entrarán en sus sueños.
Ahí está, levantado antes que usted, conocido, doméstico, singular.
Cuatro o cinco cajones, unos pasos, una cafetera llenándose, un hasta luego al oído, un beso suave que se escurre hacia la nuca, la ventana al abrirse y una puerta de la calle que se cierra con cuidado.
Entran los pájaros, las hojas movidas por el viento y algunas risas de niños, flojitas.
(La versión premium llevará un te quiero desde la acera).