Hoy estamos aquí reunidos para redoblar nuestro compromiso en la lucha. Vivimos tiempos convulsos, en los que se cuestiona su pertinencia en el marco de la situación actual. Pero en esta fecha del 14 de febrero, de tan poderoso significado en nuestra historia, yo quiero volver los ojos al pasado para poner en valor el legado de los que nos precedieron. ¿Os acordáis de 1968, el verano del amor, cuando una generación entera estaba dispuesta a cambiar el mundo? Ellos tuvieron el poder de inflamar nuestros corazones, nos entregaron una ilusión que es la que nos anima a seguir adelante cada día.
¿Vamos a dejar que la llama de la esperanza se apague, que nos obliguen a abandonar nuestras creencias más profundas? Pues bien, yo os digo: no, no y mil veces no. Aquí y ahora, alzo mi voz para proclamar de nuevo, bajo esta ventana, la consigna que es la síntesis del inquebrantable empeño en hacer realidad un futuro mejor: ¡Carmen, te quiero!