Querida mamá:
Te escribo para contarte lo bien que me lo estoy pasando en el convento. Esto es un despiporre. No me había divertido tanto desde que saltábamos la valla de San Saturio y nos venía a buscar la Guardia Civil. Creo que voy a estudiar para monja y quedarme a vivir aquí para siempre. Resulta que nos han puesto una animadora social para que nos anime, y en eso estamos, la mar de animadas, cosiendo servilletas y cantando canciones todo el día. También hacemos esculturas con botes del yogur y pintamos con las manos en papeles de embalar que luego colgamos por las paredes del convento para que hagan bonito. Algunos días la animadora nos saca de excursión y nos lleva al campo a coger flores, que está la mar de chulo con todas las flores puestas. Y dice Amalia, la animadora, que son silvestres y que Mayo es el mes de las flores y el mes de María. Se supone que tenemos que hacer ramitos para la Virgen, pero nosotras estamos tan excitadas con la excursión que en cuanto tenemos medio ramo hecho nos atizamos con él en la cabeza y corremos por el campo como cabras chillando «¡Viva Jesús sacramentado!» y cantando jotas navarras.
Amalia, la animadora, está un poco sorda y no se entera de lo que decimos, y es un cachondeo, porque gritamos lo que nos da la gana y ella ni caso. Así que una empieza con el «¡Viva Jesús sacramentado!» y las otras contestamos «¡Viva!» y luego va otra y dice «¡Viva Jesús achicharrado!» y nos meamos de risa porque la Amalia contesta «¡Viva!» y venga el cachondeo. Y luego hay una nueva, de Bilbao, que se le ocurre decir: «¡Me cago en Dios y en la Patria!» y todas «¡Viva!» y la Amalia también. Total, que nos tenemos que arremangar el hábito para no mearnos las piernas y los zapatos, porque no podemos aguantarnos el pipí de tanta risa. Y es que esa chica es la repera. La han traído al convento para ver si se encarrila, dice la madre, porque se ve que en el reformatorio no podían con ella, o en la cárcel, que no sé muy bien de dónde ha salido, porque por lo visto es una rebelde y siempre está cogiendo pataletas. De hecho aunque se llama Izaskun y no sé qué más, nosotras la llamamos la Pataleta, porque coge unos berrinches de aquí te espero.
La Pataleta es la mar de reivindicativa. Si no le gusta una comida se pone a decir que hará huelga de hambre hasta que le frían un huevo, porque según ella en la cárcel se come mejor. Pero eso no me lo creo. Yo he visto películas de la cárcel y allí se come muy mal, porquerías y todo eso. Además yo soy de la opinión de que hay que comerse lo que te ponen en el plato, aunque sea cerrando los ojos, por respeto a la humanidad, como dice la madre.
Muchos días nos dan caldo con fideos o estrellitas, antes de las longanizas, pero lo más asqueroso es que el caldo lleva flotando cuellos de pollo y mollejas, y también algunas patas de gallina, con uñas y todo. Que eso lo podrían cuidar un poco más las de la cocina, que son unas guarras y no se esfuerzan lo más mínimo. Imagínate que te estás sirviendo el plato directamente de la sopera y, de repente, aparece una pata de gallina con los deditos así, hacia arriba, o una cresta de gallo, tan tiesa que parece de goma, o una cabeza de pollo con el ojo puesto, como si se acabara de ahogar el animal. Un asco. Y entonces la Pataleta empieza a chillar que qué marranada y que ella eso no se lo come, y amenaza con una huelga de hambre hasta que no le den un huevo frito. ¡Entonces se organiza la de Dios! La madre saca el pito y todas nos ponemos a correr nerviosas y gritando «¡Viva Jesús sacramentado!», que es una manera de rebajar la tensión. Entonces tiene que venir la enfermera con las pastillas, nos las reparte y nos pasamos la tarde la mar de tranquilas, cosiendo servilletas, y en paz.
Ahora se nos ha ocurrido hacernos tatuajes, con agujas de coser y tinta de bolígrafo. La idea es chula porque seríamos las primeras monjas tatuadas del mundo. La Pataleta y yo nos estamos tatuando mutuamente la frase de Jesús sacramentado, con un corazón y una bandera española, y mientras nos pintamos el tatuaje aprovechamos para cantar lo que nos enseña la animadora social, que es muy divertido: «Que viniendo de San Sebastián con una curda, con una curda, que viniendo de San Sebastián con una curda fenomenal…»
Tu hija, que te quiere,
Merceditas