Dice un cliente del bar que tiene una amiga cuya hermana es novia de un chico cuyo padre está casado con la hermana de una poeta (un respiro, y otro carajillo, por favor). Prosigue contando que un día la poeta organizó, en su barrio, una manifestación de poetas a favor de lo imposible, a la que sólo asistieron dos poetas: uno extranjero, rumano, y otro del mismo barrio, un poeta cojo, de Lleida. Preguntado por el contenido del manifiesto, ese cliente del bar nos alarga un papel con este poema:
Estoy sentado al borde de la carretera,
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?
Bertolt Brecht
Alguien comenta que no están los tiempos para poetas y poesías.
Otro responde que si las luchas fueran siempre poéticas no habría sangre ni muertos.
Esto nunca se sabe, responde un poeta anónimo que dice que no asiste a manifestaciones callejeras porque, hace unos años, un día de lluvia, tuvo una mala experiencia al coincidir con otro poeta en una manifestación a favor del “Café, copa y puro”. De maneras dulces como el anís, ese poeta había mandado un soneto lírico, pero libidinoso, a mi esposa —explica el poeta anónimo—, y yo se lo reproché en público en medio de la manifestación del “Café, copa y puro”. Y me dio un puñetazo. Ya les digo, se ponía muy violento cuando no entendían sus sonetos de amor a las mujeres casadas, o sus elegías familiares a favor de la muerte de la familia.
Vamos, lo que se dice un poeta maltratador de colegas, comenta alguien.
No sabía que, entre los poetas, también hubiera maltratadores, ¡con las bonitas cosas que dicen y escriben!, exclama la dueña del bar, alarmada.
No es oro todo lo que reluce, señora mía, tampoco los poemas, advierte el teólogo progresista del barrio, que también escribe sus rimas los fines de semana, dedicadas a mí…
Así es, aunque duela confesarlo, no todos los poetas que sueñan son de fiar, ni tan dulces como creen los sufridos lectores y lectoras, se lamenta el poeta anónimo, y se toma otro café con unas gotas de ron Negrita, también llamado carajillo.