Había una vez una niña que miraba siempre los dibujos de una hoja de periódico. Una y otra vez se encantaba mirándolos, tocándolos como si fueran juguetes de verdad al alcance de sus manos. Era el anuncio de unos Almacenes que llenaba toda la página con juguetes dibujados, sobre todo cuando llegaban fiestas señaladas como Navidad o los Reyes Magos. Los contemplaba una y otra vez, como si jugara con ellos. Tan intensamente vivía aquella ilusión que, por fin, un día llamaron a la puerta de su casa y le entregaron todos los juguetes deseados. Pero estos juguetes se desvanecían al tocarlos. No era sino otro de sus sueños, como si aquellos dibujos salieran de la página y se encarnaran unos instantes entre las manos de la niña, hasta que despertaba del encantamiento y los juguetes desaparecían como humo.
Un día encontró unos juguetes amontonados en la calle, rotos, junto a un contenedor de la basura. Se acercó a examinarlos. Pero tampoco eran aquellos sus juguetes, no eran los suyos, se dijo. No eran los mismos juguetes con los que ella soñaba mirando los dibujos de una página de periódico.