Hospitalidad

Por la orilla

Unos amigos alienígenas me enseñaron su pueblo. Era soso, pero se comía bien. A mí me gustó. Mi primera impresión fue una vista: ISO 100/21 · f/5,8 · Exp. 1/320 s · Focal 500 mm, a pulso, que no es baladí, en esta situación. ¡Acojonante! ¡Estoy asistiendo al primer desembarco del invasor! El futuro se expande difuso, incierto, mentiroso. A contrapelo del Universo, que se afana en someterlo.

Mis amigos me dicen que me equivoco. Que el Tiempo es un invento nuestro. Me dicen que ellos están aquí para otras cosas. Cosas que no entiendo. Confieso. Parece ser que buscan conocimiento. Saber. Por eso exploran y sonríen. Me explican que tuvimos suerte. Podrían haber sido baldhuertinos, de La Baldhuerna, tercer planeta de la gigantesca y calentísima Betelgeuse. Gente de enfado fácil. Creí entender que habrían baldhuernaformado, ya, La Tierra, y los humanos estuviéramos condenados a cocinarnos en un horno de leña. Violencia desatada, maaalo. «Y el cielo será un fuego continuo de tan extraordinario poder que las explosiones parecerán momentos de calma…», rezaba un libro apocalíptico, que me pareció que tenían. Ya te digo que no entendí muy bien la historia.

—En todo caso, chungo pa lo vuestro —me dice Crrshx, el más cachondo. Y yo, confuso, aterrorizado y esperanzado, ante la evidencia de un Cosmos bullente de inteligencia, de pensamiento, obra y omisión… por mi culpa, por mi grandísima culpa, pido perdón….

No sabía si reír o llorar. Y aún ahora, al recordarlo, me pasa.

«Habrá un futuro en el que nos estudiarán y enseñarán (o algo aprenderemos, del estudio) y todo serán risas y cantos. O, tal vez, uno en el que moriremos achicharrados por el fuego del Infierno. Todos. Extinción. Fin…».

Ldbmn, el más alto, me miró, negó con la cabeza, pasó su amistoso brazo sobre mis hombros y me llevaron a comer. Ahí sí que se iluminó el Cielo. Ahí sí.


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