Su nombre es Stalin. Hijo de un viejo partisano que nunca ha querido cambiar el nombre por fidelidad a su padre. No obstante vota a Berlusconi por algún otro tipo de fidelidad. Los italianos poseen una cantidad respetable de fidelidades.
Stalin (o Estalino, cuando la ocasión lo requiere) no se ha movido de este rincón del bar desde el año en que murió Bartali (con algunas deserciones sin clasificar).
Estalino se compró la gabardina en Milán de cuando la trienal. El sombrero sí es romano y lo administra con negligente elegancia.
Bigote, gabardina y sombrero en manos de Estalino ofrecen un salvoconducto de romanidad que ríase usted de Nino Manfredi.
Un pulóver rojo pretende encubrir una barriga «molla» que a Estalino preocupa relativamente. Estalino cree en San Juan Berchman.
Romanos…
(Imagen subrepticia del autor)