11. No permitas que te insten a peinarte, a preparar sonrisas en el camerino o a esbozar poses delante de los espejos de los salones para banquetes o de las barberías. Niégate a los ensayos, a las convenciones, y refléjate salvajemente, sin imposturas.
12. Cada reflejo es la huella en el espejo de una pausa. Cada huella es una pausa que hace de espejo. Cada pausa es un espejo que no deja huella.
13. Puedes contrarrestar el ataque de los espejos tintados, que alteran el color de lo real o lo aniquilan. Puedes protegerte de los espejos indiscretos capaces de instalarse en el lugar y en el momento de la tormenta perfecta. Pues solo te aniquilarán los espejos imprevistos, los que no son tales: las fotografías que te muestran tus poses de fracaso y tus gestos inoportunos en carrusel estático pero infinito.
14. En el bosque de espejos, cuerpo a tierra.
15. Te dirán que si los ojos son el espejo de alma, que si de noche ritos mágicos con velas e invocaciones esotéricas delante de espejos ovalados, que si el espejo roto y la mala suerte durante siete años, que si el espejo de las aguas lacustres, que si el cielo en el mar espejado…cuando solo te hacen gracia los espejos retrovisores.
16. El animal espejo habita en las planchas de metal pulido, en los charcos tranquilos, en las cucharillas de café y en los cuchillos, en las puertas barnizadas, en las carrocerías de los coches y en los ojos ajenos.
17. Si los espejos cantasen podrían emitir un sonido por cada objeto reflejado o por cada color en ellos contenido. Habría que esforzarse y tomar medidas para no caer en la monotonía.
18. Escasa es la iniciativa de los espejos, pero son dóciles hasta decir basta.
19. Limítate a percibir una copia simétrica de lo visible. Solo el ángulo desde el que se abarca la vida aporta un carácter subjetivo al espejo.
20. En la palaciega sala de los espejos la ebriedad de los que bailan se evita si continúan girando sobre sí mismos, mas con los ojos cerrados.
21. Si te regalan espejos emparéjalos, ubícate entre ellos, y serás demiurgo.
22. El espejo redondo con el que nos muestran la nuca en la peluquería, tras habernos cambiado el alma vía estilista, solo lo vemos a través del espejo principal, alto y frontal, y el retorcido pragmatismo de enfoques nos aturde de tal modo que el corte siempre nos parece bien, para salir huyendo cuanto antes.