Esta noche el viajero ha soñado un lugar callado
y allí la quietud no le dolía.
En busca de un destino de silencio plácido ha cruzado esta mañana la puerta.
Camino adelante, va quedando atrás el sueño que amortigua el ruido seco de sus pies andando a solas.
En la maleta van,
—alegremente amontonados—
futuros relatos del viaje.
De ida, el equipaje es inocuo.
En la misma maleta, regresan
—¡magia!—
pasados infectados de olvido.
De vuelta, el equipaje es mortífero.
Retumba en las paredes el «ya estoy aquí» al abrir la puerta.
Un «ya estoy aquí» recién llegado de aquel tiempo en que tenían bienvenida los regresos.
Esta noche el viajero ha soñado un lugar que le grita: habrá que volver, y no habrá nadie.
Ilustración: collage de Susana Blasco.