Un rayo DOrado que atraviesa mi ventana anuncia que ya es de día. Aún REtumban en mi cabeza los ritmos machacones de la discoteca a la que yo no quería ir. Entre las ramas del olmo que da sombra al otro lado del cristal, un MIrlo canta. Escucho FAscinada la intrincada ejecución, el timbre a veces profundo y a veces brillante, la compleja modulación de las frases. Con tan SOLo siete notas crea una arquitectura sonora de tal riqueza que me conmueve y me hace llorar. Cómo es posible que ayer, esas mismas siete notas LAstimaran mi oído hasta volverme loca, hasta hacerme odiar a la humanidad entera. El mirlo no sabe nada de esto; tampoco de mi agradecimiento por reconciliarme con la múSIca.
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