Ermessenda Puigdengolas i Jubany, matemática y miembra del Somatén

Vidas ejemplares


En el Registro Civil de San Ferriol d’Entremón hay un expediente a nombre de Ermessenda y en él se contiene una fotografía bastante corrompida de esa mujer sorprendente. Se trata de una estampa en blanco y negro de 5 por 7 centímetros, con los bordes carcomidos y cuarteada por doquier o por todas partes. En la imagen vemos a una mujer en ademán marcial saltando por encima de un murete de piedra seca, señalando al infinito y provista de un fusil Mauser, ingrávido en su mano de hierro. Viste un severo hábito monjil, posiblemente negro, aunque pudiera ser verde oscuro, como la verde vejiga de Winsor & Newton.

Ermessenda, según consta en la documentación, nació a finales del siglo XIX en una población del Midi francés, y se trasladó a esa bella villa catalana siendo niña. Por lo que se infiere, su padre fue expulsado del pueblo de origen (quizás Sainte Marthe sur Parrous) tras conocérsele ciertas manías satánicas que nunca se precisan. Una vez instalada con su familia en San Ferriol, Ermessenda mostró grandes dotes para las matemáticas: su primer maestro, don Gumersind Cahner-Triadú, sostiene en sus memorias Io fiu mestre d’una eschola castlana, que Ermessenda descubrió la progresión aritmética antes que Gauss, lo que según la cronología carece de sentido, pero es validado en el Veritable Institut d’Història (VIH).

A la edad de catorce años Ermessenda dio con la ecuación que permite descifrar la fecha en la que morirá una persona viviente. Así adivinó la defunción de Pío Baroja, de Azorín y de Francesc Macià. Su error en el vaticinio de la fecha definitiva del cantante Miguel Rafael Martos Sánchez (Raphael) fue interpretada por muchos como una certificación de que Raphael es un zombi cuyo traspaso efectivo se produjo, efectivamente, en el día pronosticado por Ermessenda: el 21 de noviembre de 1975. Hay varios debates abiertos al respecto e Iker Jiménez suele comentarlo.

Si a los catorce Ermessenda se entregaba a la adivinación matemática, más fascinante resulta entonces descubrir que, a los veintisiete, dirigía una patrulla del Somatén de San Ferriol. Una mujer dirigiendo a un grupo de hombres rústicos y de hondas convicciones carlistas debería constar en los anales del empoderamiento de la mujer catalana, pero un oscuro velo de silencio se cierne sobre nuestra heroína. En lugar de la heroína que fue, la historia nos cuenta la adicción a la morfina de la que hablan sus detractores y, en especial, la madre abadesa de Sant Joan de les Abadesses Montserrat Aigualcoll en su libro de oraciones De orationem malleus maleficarum, publicado en un latín indescifrable en 1992, cuando ya nadie comprendía la lengua de Cicerón. Una oscura descendiente de la prima de HP Lovecraft (Susan Coventrump) adquirió el libro y lo refirió en la obra Beloved Uncle Howard con una frase lapidaria: «Montserrat es burra», en castellano, en el original.

Debo regresar a Ermessenda, ya que este es mi propósito en esta crónica. De modo que vuelvo a ella y a su fascinante biografía. Ermessenda, tal como iba contando antes del excurso, capitaneó a un grupo de milicianos del Sometén (futuros Mossos d’Esquadra) y con su banda logró exterminar a no menos de siete bandoleros de origen andaluz, a tres asaltadores de caminos oriundos de Badajoz y a cinco carteristas nacidos en Fuenlabrada. Sus gestas están recogidas en el Anuari Nacional Corregidor (ANC).

Una reseña biográfica no está completa hasta que no se refiere la defunción de la persona biografiada y es por eso que, con pesar, narro su triste fin. Ermessenda Puigdengolas i Jubany fue hallada muerta en el Torrent de les Animetes, a la salida de San Ferriol. Fue sentenciado al garrote vil por el asesinato de nuestra heroína Salustio Bosch Albertín, racionalista y defensor de la reforma agraria de Jovellanos, poeta e íntimo amigo de Juan Belomonte, uno de los carteristas de Fuenlabrada tiroteado por Ermessenda. Salustio nos dejó una novelita breve, editada por Narragonia ediciones (Cambrils, 1964), cuyo único ejemplar conocido se puede consultar en la Biblioteca Pública de San Ferriol: La reeducación de Ofelia o el triunfo de Lemuria, una exégesis.