En un instante

Escalofríos


Tengo la sensación de estar desplazándome por el interior de uno de esos efectos especiales del cine moderno o de la publicidad, en los que el movimiento de todo se detiene de repente mientras nuestra mirada continúa girando, buscando, dando vueltas por entre el espacio que observamos.

Sé que es un símil un poco tosco de lo que me sucede, pero no se me ocurre otra forma de explicar de manera levemente comprensible este instante que experimento y que estoy sintiendo como si durase una auténtica eternidad. Es algo así como si la realidad en la que me encontraba hasta hace un momento se hubiera visto atrapada en el interior de un gigantesco cubito de hielo formado repentinamente, con el que se detuviera cualquier movimiento, excepto el mío.

¡Vaya! Resulta que sí se me ocurren otros ejemplos para intentar explicar esto que siento. 

Pero no, el ejemplo del cubito de hielo no me sirve, no estoy en el hielo. Frío no se nota y mucho menos existe ningún tipo de congelación. Por muy leve que esta sea… me encuentro en un ambiente ajeno al frío.

Puede que más correcto sea decir que estoy atrapado en el ámbar y, como esos insectos prehistóricos fosilizados en ese material traslúcido, el todo se ha visto atrapado en un pegajoso ambiente que impide el movimiento. Aunque tampoco puede ser de esta manera. Yo me mantengo en movimiento pese a que todo a mi alrededor parece haberse detenido. Quizás sea una cuestión de velocidades y yo me estoy moviendo a una velocidad tan rápida que todo lo que me rodea me parece estático. No sé.

Lo que sí sé es que mis ojos siguen activos, girando frenéticos en sus cuencas, observando inquietos el entorno… Aunque desde ese indeterminado instante en el que todo ha cambiado, lo que ven es algo extraño, algo desconocido para mí, algo que hasta ahora no había percibido nunca, algo que siento como carente de vida, de latidos, de pulsiones…

No sufro, sin embargo, de ningún temor por esta experiencia, pese a que me note en un mundo desconocido, en algo no experimentado antes y que no sé definir qué es. 

Me encuentro tranquilo y sereno, extrañamente manso, aun sabiendo que antes, antes de ese instante, si me hubieran sugerido una situación como esta jamás habría dado crédito o, de haberlo hecho, habría enfermado de ansiedad y de miedo por notar, o mejor, por no notar vida a mi alrededor, como siento ahora que me está sucediendo.

Solo me percibo a mí mismo como algo sintiente. Todo lo que me rodea, todo lo que no soy yo, ha quedado paralizado, estático, como si se tratara de un decorado. Todas las personas, todos los objetos, el paisaje y hasta el mismo aire se hallan detenidos como en un cuadro en tres dimensiones por el que, sin embargo, yo sí puedo moverme.

Recuerdo que hace muy poco me encontraba mal, muy mal. 

Estaba herido, agonizante, desesperado y perdiendo la vida. 

Eso ha sido hace tan escasos momentos que tengo la sensación de que acabo de morir justo en ese instante en el que todo se ha paralizado.

Me encuentro bien.

¿Será este mi cielo? ¿Quizá mi infierno?



Más artículos de Herrero Javier

Ver todos los artículos de