Faustino Hernández es reparador de pararrayos: todos los días sube a los tejados para enderezar, limpiar o adecentar alguno.
El deseo secreto de Faustino es recibir una descarga eléctrica cuando esté en plena faena.
“No sé —dice—, sería como sentir la caricia terrible de Dios; como sentir su mano sobre mí, exclusivamente sobre mí”.
(Texto de Teo Serna. Ilustración de Edu Barbero)