Suenan en la calle soleada, de fondo, las ráfagas de ida y vuelta lanzadas por un chiflo de afilador. Sólo esto alegra el día. Música reclamo es, pero supera la insidiosa melodía de los anuncios comerciales teleradioyoutubefónicos de tevendoloinnecesarioymelucro. Pirubirubí (ascendente), pirubirubí (descendente). Es fascinante que, en tiempos de cuchillos de Ikea y de urbanitas que delegan su autonomía gastronómica en cocinas fantasma asociadas con tristes repartidores de Glovo y similares, aún tengan clientela los afiladores. Nunca he visto a ninguno de ellos en acción, afilando lamas y filos en plena acera. Mas, si sigo oyendo sus chiflos, de vez en cuando, es porque sigue habiendo o bien negocio o bien rentable melancolía. El sol sigue ascendiendo y descendiendo, también esto es cierto. Estad atentos. Seguiré contando.
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