Miran pero no hacen nada.
Como los clientes perversos.
Cristina Peri Rossi
La dama de consuelo arrulla a un recién nacido.
La misma nana. La misma cuna.
Para los inocentes. Para los amos.
La misma arruga honda, vertical
partiendo en dos el pecho.
Volviéndolo en casa. En tumba.
La verdadera casa.
La verdadera tumba.
Volver allí
y consolarse
con la canción tan vieja:
Otro tendrá menos.
Dormir. Alimentarse.
Dejar para más tarde
para otro
para ella
el desconsuelo.
Foto: AP Photo/ Ann Young-joon.
En recuerdo de las 145.000 ianfu asesinadas durante la guerra del Pacífico.