Cuatro tapas y una degustación ilustrada

El martillo pneumático

 

Filete de anchoa

Debe presentarse dispuesto sobre una rebanada de pan con tomate. La anchoa debe proceder de una salazón caramelizada, sometida a la presión adecuada durante el tiempo mínimo de tres solsticios.
El vino que acompañe la anchoa debe ser joven, jamás afrutado.
La mesa tendrá mantel con dibujos geométricos no demasiado grandes (pequeños cuadros, listas estrechas poco contrastadas, cenefas sencillas, nunca arabescos).

Mejillones al vapor

Deben degustarse a la sombra de una sombrilla de colores claros. Mejor en horas soleadas, servidos con vajilla blanca en mesa de madera. El aroma del mejillón debe llegar al olfato de forma muy suave, por lo que deberemos situarnos al sesgo de tramontana. Las vistas del comensal deben ser extensas, por ejemplo, mirando al mar, nunca nuestra visión debe quedar interrumpida por grandes masas (montañas, edificios, etc.). Con el mejillón se toleran los vinos suaves y las vistas a pinares viejos.

Huevo frito

El aceite debe ser de poca acidez, mejor de aceituna arbequina, la que a buena hora llegó de Palestina. Los bordes de la clara deben quedar levemente churruscaditos.
Se acompañará el huevo con pan tierno, pero nunca recién salido del horno. No importa degustar el huevo frito tras unos cristales empañados y regado con un gracioso Chavignol, imaginando al otro lado de la ventana la mirada adormecida de Marlene.

Jamón

Un levísimo cambio de temperatura, un vientecillo a destiempo, un cambio a veces imperceptible de la humedad del aire, o el rumor de las golondrinas afectan al proceso de curado del jamón. Es vianda sensible como el corazón de una doncella, como el de Ofelia o el de Laura.
La loncha de jamón no será más gruesa que una cortina de terciopelo, pero nunca más fina que la oreja de un gato.
Con el jamón, livianas rebanas de pan con aceite y un champagne cuvée, puede ser un Laurent Perrier.

Jardín botánico

El paseo por el jardín es una degustación enciclopédica. Su mejor ubicación es mirando al mar, con suaves desniveles. Es de suma importancia que las plantas grasas se reúnan en pequeños parterres.

Lo dicho y alguna otra destilación de la sensibilidad humana, eso sí, sin caer nunca en exclusividades o sofisticadas delicatessen.