como si personajillos de especie errabunda
afincados en los suburbios del corazón
arrastraran sus penas sus aprietos sus andrajos
y con ello
junto a una ristra de perros callejeros
una ristra de gatos rasgando tripas de violines
con toda la batería de cocina en la cola
aplicada con donaire a las periferias de la casa
con el perro de la casa
con el gato de la casa
comiendo pedazos de domésticas costumbres
entre una mesa con las patas boca arriba
un hueso policía y un tazón de leche vigilante
dejo a los vagabundos de la casa
pasear por las cocinas
de mi sabueso arrabal de cuatro patas
para al declinar el día
con la tal cortesía que la tal nobleza da
a ese nocturno paseo de llamadas y abandonos
darnos el gusto de dar gato por liebre
al trotamundos de ese sol
que arqueando el espinazo
pasea por los tejados
de mi sabueso arrabal de cuatro patas
mientras que por encima de las tejas invisibles
como si una-otra-especie vía láctea gateando
hacia arriba cavila la luna
cómo tapar los agujeros del falso techo…
afines a las cocinas de las sobrantes miserias
dejábamos caer
en la trampilla de una misma gatera
hueso y tazón felino y can
el signo crepuscular
de nuestro sino
cuadr(h)umano
(Poema del libro de próxima publicación «La casa de las cosas». La ilustración es de la autora).