Prefiero el terrazo y el olor a lejía del hospital que la moqueta de las mutuas. Mil veces.
Cumplir con mi obligación
Marcial SilenoLas horribles historias de SilenoAsí soy yo: un tipo sencillo que sabe estar a la altura cuando conviene.
Demóstenes en la piscina
Marcial SilenoLas horribles historias de SilenoMás te valdría, pensaba yo, que te pusieras unas piedrecitas donde tú sabes, a ver si consigues marcar paquete bajo la túnica.
Free jazz per tutti
Marcial SilenoLas horribles historias de SilenoMe fui solito y repeinado a investigar qué demonios era eso del free jazz interpretado por un trío italiano en una librería multiusos que hay en Ruzafa.
¿Acabará alguna vez el sufrimiento?
Marcial SilenoLas horribles historias de SilenoHoy he decidido salir de mi zona de confort y cruzar las vías del tren que separan mi barrio del otro barrio, también periférico, donde se desgasta y disuelve la ciudad.
El valor del sexo
Marcial SilenoLas horribles historias de SilenoQue el sexo está sobrevalorado es una percepción muy propia de quien no lo practica. Creo yo.
El pelma de Martínez
Marcial SilenoLas horribles historias de SilenoMe invitaron a pasar por su casa y recoger una bolsita de flor de sauco, que va muy bien para la garganta y cura la afonía.
A Ginés le gustan todas
Marcial SilenoLas horribles historias de SilenoPor este barrio pasa quien pasa y yo no estoy para irme hasta la plaza del Caudillo.
Ni limosnas, ni propinas, ni regalos
Marcial SilenoLas horribles historias de Sileno¿Cómo hay que hacer para que las limosnas lleguen a Dios? ¿Y para qué demonios, con perdón, necesita Dios las limosnas?