Bicicletas y algunas ventajas del «Brexit»

Perplejos en la ciudad

 

Hasta el barrio llegan unas octavillas sobre la inmensa cantidad de vehículos y artilugios para-no-caminar que invaden las calles peatonales y aceras de algunos barrios de Barcelona. El panfleto se titula Bicicletas a pedales o eléctricas, sea ecológico y atropelle a su manera en la ciudad, y dice así:

“Bicicletas a pedales, de alquiler público (el famoso Bicing-Barcelona), más las innumerables tiendas de alquiler que proliferan por el barrio gótico, con bicicletas fabricadas no sabemos dónde, cuyas marcas y propietarios provienen de todo el mundo. Como los doscientos o trescientos clubes o fumaderos de marihuana instalados en nuestra querida ciudad, fumaderos que, por cierto, molestan menos que los ruidosos bares y botellones del sábado noche, siempre que esos clubes de fumadores tengan una buen salida de humos, como declara el dibujante Nazario, vecino de la Plaza Real y víctima de los humos de hogaño.

También tenemos, para usted que nos visita, una flota de bicicletas eléctricas (una especie de ciclomotores como los de antaño, pero con batería eléctrica, de alquiler privado, aunque nos informa el Ayuntamiento que los del Bicing ya están preparando un ejército ciclomotor electrificado para el otoño).

También, siempre a su disposición, patinetes eléctricos ultra-rápidos, triciclos a pedales, a motor (de gasolina o eléctricos, puede escoger), y otros artilugios (cada cuatro días aparece un vehículo nuevo en fase experimental, con el conductor sentado, de pie, acostado sobre el vehículo, haciendo la vertical, haciendo la espiral o en cuclillas).

Todo, puede hacerlo todo, menos privarse de una bicicleta. Deje de andar vulgarmente por las calles peatonales, donde cualquier atropello es posible. Olvide la vieja costumbre de andar como las personas de otros tiempos, con la alta posibilidad de ser atropellado frente a la Catedral o la iglesia de Santa María del Mar (que no es catedral sino basílica, aunque se empeñen el novelista y los turistas), y hágase ciclista y sea usted quien atropelle.

Elija, pues, el atropello que usted prefiera en una calle peatonal, moderna, rodeada de bares e iglesias, de árboles y palomas devoradas por gavilanes, de fumaderos y tiendas de toda clase para sus necesidades, y vaya a toda marcha, a todo ritmo, bailando sobre el asfalto, con pedales o a motor, con gasolina o batería, y atropelle al ciudadano que le parezca más antipático, de mediana edad, o niños y viejos, más fáciles de atropellar, como los gatos, perros y palomas.

No desista, tenga esperanza y confíe en el futuro: después de los atropellos políticos, económicos y sociales, decídase y corra por su cuenta, atropelle a su manera, cantando My way, con estilo, con elegancia y modernidad, en las calles de esta ciudad, Barcelona, que están y estarán siempre a su disposición.”

Sin embargo, informan algunos detectives de Movilidad y Tránsito, que, ¡oh sorpresa!, gracias al “Brexit” quizá también abandonen Barcelona algunas colonias inglesas de la bicicleta.