Asesinos al detall y al por mayor

Lengua de lagartija

 

Volker Eckert, el camionero asesino que fuera acusado de matar a cinco muchachas en Cataluña y el sur de Francia, y una adolescente de 14 años —en 1974— en Alemania, aparentemente se suicidó en la prisión. Se da el caso de que cinco de sus víctimas trabajaban en el arriesgado ramo de la prostitución, y eso convierte a Eckert en cofrade de un gremio especializado en este tipo de víctimas; especialidad que comparte con el famoso, y nunca descubierto, Jack el Destripador y, más recientemente, con el estadounidense Gary Ridgway, que en el 2003 confesó haber dado muerte a 48 mujeres a las que consideraba prostitutas. Los camiones constituyen un factor común entre el asesino alemán y el americano: Ridgway los pintaba (era su profesión oficial), pero tenía uno, a bordo del cual cometió no pocos de sus crímenes.

El oficio de camionero sirve de nexo entre los anteriores y otro terrible asesino y pedófilo, que pasó a la historia como el «Vampiro de Düsseldorf», se trataba de Peter Kürten, en cuya trayectoria criminal se basó Fritz Lang para filmar una de sus obras maestras, que figuran entre las primeras del cine sonoro: M, el vampiro negro. Kürten, entre 1913 y 1930, violó, asesinó, y bebió la sangre de muchas niñas. Con lo dicho no estoy tratando de insinuar que la mayoría de los camioneros sean proclives al asesinato; de ninguna manera, aunque no faltan los que conducen de tal forma que parecieran querer demostrarlo, pero no confundamos imprudencia y desaprensión con criminalidad. Tengo amigos camioneros. Incluso tengo un amigo taxista, ya ven que no soy prejuicioso.

Rastreando en el archivo de asesinos célebres he descubierto que sólo en España, y sin necesidad de hilar fino, han destacado multitud de ellos, por ejemplo el famoso Manuel Delgado Villegas, conocido como «El Arropiero», que confesó haber liquidado a 48 de nuestros semejantes. Otro asesino en serie fue José Antonio Rodríguez Vega, llamado «El Mataviejas», que mató y abusó sexualmente de 16 ancianas. Sigamos: Francisco García Escalero, «El Mendigo Asesino»: 13 asesinatos; «El Asesino de la Baraja»; «El Monstruo de Machala»…¡Basta, no sigo! Me temo que no alcanzaría todo el espacio de La Charca para consignar de manera amplia el macabro catálogo de homicidas degenerados, parricidas, pedófilos y un etcétera tan largo como el Ferrocarril Transiberiano. Si hasta se podría hacer con sus nombres una suerte de listín telefónico, y si juntásemos a todos los del planeta, sin duda podrían llenar una gran ciudad.

Creo que casi nadie es consciente de la multitud de asesinos que pululan en el ancho mundo. Porque hasta ahora he nombrado asesinos solitarios, pero están aquellos que actúan en banda, como por ejemplo los nazis.

En resumidas cuentas, hay los asesinos que despachan al detall y están los que trabajan al por mayor: nazis; policías estalinistas; macheteros ruandeses; genocidas balcánicos; pinochetos…