Aceites secretos

El martillo pneumático

 

Además del uso para el cuerpo o para el alma, se han podido constatar unas utilizaciones incógnitas del aceite de oliva que, más o menos ocultas o simbólicas, forman parte de la vida secreta de los pueblos que se extienden desde Constantinopla a Málaga y desde el Empordà a Alejandría. Exponemos una breve referencia de los aceites secretos:

Aceite de demencia.- Se ha encontrado en frascos de boticario en el asilo de Charenton, donde fue internado el Marqués de Sade. Este aceite se calentaba y con él las monjas hacían fricciones sobre las partes pudendas de los locos. Con estas friegas atenuaban la crispación de los idos.

Aceite del proceder invertido.- Se conserva una jícara de este aceite en la farmacia imperial de Rabat. Fue utilizado como bálsamo en las casas de salud donde se internaba a los beréberes bujarrones.

Aceite del pecado.- La Sagrada Congregación de Ritos del Vaticano proporcionó unos centilitros de este aceite a la Commissione Torinese, sagrada institución que analizaba los procesos canónicos que se sobreseyeron en la región de Turín durante el periodo comprendido entre 1790 y 1832. Este aceite se utilizó para ungir a los miembros de la Commissione, con el fin de apartarlos de los deseos humanos y para penetrarlos con la fuerza divina. Cabe considerar que el efecto de este aceite es parecido al de las vacunas: contiene sustancia de pecado en pequeñas dosis y preserva a las almas de máculas eternas. Por miedo a que la pequeña dosis maligna no les contaminara de pecado, la Commissione se dispuso a recibir el aceite después de celebrar una ceremonia de preservación de la fe delante de la Sábana Santa.

Aceite de razones y monsergas.-  En los archivos de los juzgados de Estambul y de Nápoles se conservan frascos de este aceite sumario. El doctor Saray de Esmirna asegura que el aceite de alguno de los frascos conservados en Estambul es de finales del Imperio Romano de Oriente, de la época de disputas entre azules y rojos del Imperio Bizantino. Discusiones bizantinas que tanto mal produjeron.  

Aceite de las lechuzas perdidas.- Se trata del aceite que los franciscanitos de Fiesole colocaban en cráteras de cerámica para alimentar a las lechuzas florentinas que volaban desde el río Arno hasta el convento. Conocido es el cuidado y el amor que los franciscanos dispensan a todas las criaturas de la naturaleza. Aún se conservan siete ánforas de este aceite. Parece ser que, antes de seducir a la novicia Lucrezia Buti, fra Filippo Lippi estuvo al cuidado de las cráteras de cerámica.

Aceite del circunloquio.- En Israel lo usaban para testimoniar una alianza secreta. Alguien lo ha relacionado con algún pacto divino o con la alianza entre Dios y un determinado pueblo que, por el hecho de ser elegido, lo faculta para estar por encima de los demás. A propósito de los pactos con la divinidad, un agudo escritor navarro, cuyo nombre obviaré, sostiene que cuando un dios se presta a pactar con los humanos, se atrofia su divinidad, algo así como las alas de las avestruces que de tan pequeñas que son, apenas sirven para cobijar una cabeza asustada.  

Aceite de la vileza numeraria.- Es un aceite que fue usado en transacciones comerciales de esclavos. La Compañía Gaditana de Negros transportó gran cantidad de este aceite a las posesiones continentales e insulares del Caribe desde las costas de Guinea y Cabo Verde. Cuando ya se había prohibido la trata de negros, a mediados del siglo XIX, se continuó transportando este aceite en corbetas y faluchos que zarpaban de Barcelona hacia las costas occidentales de África. Estos barcos iban comandados por marineros diestros en el timón y en el látigo como el Xicarró o el Pigat, cuyos descendientes han ocupado cargos de responsabilidad política y han sido considerados, en algunos casos, como personas honorables, pues la honorabilidad no depende de los ancestros.

Aceite de la covada.- En el bajo Aragón lo usaban para untar al marido de las parturientas. Después de que la madre pariera, el padre de la criatura se ponía en manos de las vecinas suplicando ungüentos y friegas en el miembro viril y en las sienes. Este uso del aceite fue condenado por la Iglesia, sin embargo, a pesar de la prohibición, han continuado estas prácticas hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.

Aceite de la carne descuartizada.- Es el aceite que algunas parroquias de Levante exigían como tributo que debía pagarse por cada animal sacrificado en domingo o en fiestas de guardar. La Iglesia empezó a exigir este diezmo en la guerra de las Germanías, sin embargo, eximía del pago a todo aquel que demostrara que había matado un moro en aquella guerra tan funesta.

Aceite del azufre meloso.- Se consumía en la noche del sabbat de Vallgorguina, cuando las brujas se preparaban para la danza macabra del plenilunio. En las juntas nocturnas de brujas y brujos, en las que intervenía el demonio bajo la forma de macho cabrío, los participantes acababan obnubilados, incapaces de distinguir si aquel aceite era de color amarillo verdoso, oro quemado o ámbar gualda; aquello era como paja líquida, parecía néctar leonado. Tiene este aceite una viscosidad indeterminada y cambiante según la estación del año.