Abril

El buscador de tuétanos




dejé la nube cargada

para hacerla explotar

en este poema

como mandan

los cánones

de la sabiduría popular

las cabras

conocen bien esta lluvia

que empapa

la página en blanco

arrancada

del lado azul del cementerio


las cabras de estos versos

no bajan la mirada

ni se esconden tras el trueno

nos miran altivas

quietas

apenas se distinguen

entre el agua que cae furiosa

y los tonos grises del cerro


hoy ni flores ni avispas

ni mariposas ni paseo

ni arrancarnos la ropa

entre las luces rotas de la tarde

hoy ellas

mirándonos fijamente

las únicas

que saben caminar

atravesando el fuego

la nube es ahora

una esponja de segunda

goteando quietud sobre mis manos

que se retiran del tablero

abandonando el juego

en este último verso


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