Teresa

Vecindad



En la octava planta hay tres puertas. Parece que hace tiempo dividieron una vivienda en dos y de ella sacaron dos pequeñas casas, rozando lo estrictamente necesario para obtener la cédula de habitabilidad. Una de ellas, además, tan solo tiene un pequeño ventanuco en una pared que da a la calle y otra pared que da a la escalera con la parte superior acabada con ladrillos de cristal, lo que hace que, cuando se enciende la luz del descansillo, se ilumine el interior de la estancia.

Allí vive una mujer que tiene una extraña obsesión muy relacionada con el dormir y no creo que una pared iluminada sin que ella lo decida le ayude mucho en ese aspecto.

Teresa, que así se llama, repite una y otra vez que una noche, ahora hace casi seis años, tuvo un sueño en el que un personaje, que nunca supo identificar, le reveló algo casi ininteligible que ella identificó como la solución a todos los problemas del mundo entero, los presentes y los que puedan surgir en el futuro. Eso, ni más ni menos, es lo que lleva contando Teresa casi desde el mismo día en que despertó de ese sueño visionario, y añade que esa solución que le fue revelada era una de las cosas más sencillas y, por ello, nunca imaginada, que pudiera plantearse para aliviar de un plumazo cualquier tipo de conflicto, cualquier sufrimiento y todo tipo de maldad con los que parece que queremos rodearnos los seres humanos desde el inicio de los tiempos. Una solución tan simple que estaría a disposición de cualquiera que prestase sus oídos y atención y estuviera dispuesto a ponerla en práctica, de fácil comprensión y mucho más sencilla ejecución para cualquiera, independientemente de la edad, la raza, la cultura e, incluso, el nivel educativo. Y, sigue contando Teresa, una propuesta tan clara y evidente que haría casi imposible que nadie pudiera oponerse a aplicarla tanto para sí mismo como para quienes pudieran rodearle.

Pero, cuando le preguntas a Teresa en qué consiste esa solución mágica, siempre responde lo mismo: no se acuerda. Algo, al despertar de ese sueño tan significativo, desvió su atención y le hizo olvidar la confidencia que le regaló el onírico personaje. Un ruido inesperado, el recuerdo del cumpleaños de su prima, las obligaciones que le atosigaban en el trabajo… algo provocó el olvido de la parte fundamental de ese sueño tan relevante para la historia de la civilización. Recuerda a la perfección, sin embargo, lo sucedido en esa experiencia durmiente, aunque con rostros brumosos y nada definidos, con vaguedades en los motivos, si los había, por los que había aparecido su misterioso confidente y, sobre todo, con una absoluta negritud, un absoluto vacío rodeando a las palabras que le fueron transmitidas. Recuerda bien la esencia salvadora del mensaje… pero no el mensaje.

Desde entonces, la obsesión por recuperar ese secreto olvidado es el leitmotiv de la vida de Teresa. Ha tratado de revivir el mensaje del sueño por todos los medios imaginables, desde la hipnosis a la meditación, con experiencias poco agradables en ambos casos, según su propia confesión, dado su alto nivel de ansiedad por alcanzar ese recuerdo perdido. 

También ha recurrido a las curiosas técnicas de los llamados sueños lúcidos, con las que se pretende inducir desde la vigilia, de manera consciente y dirigida, la temática y los acontecimientos que se desea que ocurran en el sueño. La experiencia fue descorazonadora y durante esas prácticas lo único que logró fue tener unas pesadillas aterradoras durante la vigilia.

Nada le ha funcionado, porque desde aquel día fatídico para ella, que pudo ser la gloria para la humanidad, desde aquel preciso momento en el que olvidó el mensaje esperanzador que le fue revelado en el sueño, desde entonces no ha podido volver a soñar durmiendo. Como parece que les sucede a algunas aves, descansa con sueños breves y cortos, sin ensoñaciones, pero nunca llega a dormir profundamente y, ni mucho menos, consigue que aparezcan imágenes, sonidos, colores o situaciones representadas como sueños.

Desde aquel día en el que tuvo la revelación, en el que pudo convertirse en la mesías de una nueva era de la humanidad, desde entonces padece de insomnio crónico.

Ilustración: Javier Herrero, dibujo sobre papel de caca de elefante