Hace unos días visité a Satanás con la intención de fotografiarlo. A pesar de su mala cara se mostró muy amable, me dijo que si alguna vez quisiera hacer una excursión turística al Infierno sería muy bien recibido. Le pregunté si necesitaría visado de entrada. «De eso nada, monada», respondió. «¿Y de salida»? «Eso es más problemático», respondió. «¿Quiere decir que es difícil salir?» «Muy difícil —dijo—, yo diría que es casi imposible». Le pregunté cómo había desarrollado sus poderosos bíceps. «Muchas horas de gimnasio y buenas dosis de esteroides». «Ya», dije. Le pregunté si no podría hacerse la cirugía estética para quedar más bonito. «A las diablesas les gusto así como estoy», dijo. «Ya», dije…