Sociedad porno

Biblioteca low cost

 

La comunicación digital fomenta la exposición de la esfera privada y de la intimidad. En las redes sociales se habla de hechos importantes o banales, se revelan intimidades sin pudor, se muestran fotografías propias y ajenas, se envían vídeos individuales o grupales. La intimidad se expone públicamente y lo privado se hace público. El capitalismo impaciente ha conseguido convertirlo todo en mercancía que se expone para ser leída o vista. Vivimos en la sociedad de la hiper información y de la hiper comunicación expuesta donde cada sujeto es a la vez su propio objeto de publicidad. Todo se aprecia en su valor de exposición.

En La sociedad de la transparencia (2015), Byung-Chul Han reflexiona sobre estos excesos de exposición y argumenta que toda sociedad expuesta es una sociedad pornográfica. Pornografía es el contacto directo e inmediato entre la imagen y el ojo.  Considera obscena esa dialéctica de la positividad de nuestro tiempo que lo entrega todo a la comunicación y a la visibilidad, que pone el cuerpo y el alma delante de la mirada del ojo digital con exceso de iluminación y sin profundidad hermenéutica, ni sentido, ni dramaturgia, coreografía o escenografía.    

Para Han, el mismo sistema social ejerce una coacción, un empuje hacia la transparencia en una relación entre iguales, que hacen cada vez más difícil vivir sin la mirada del otro, del ojo digital, del mirón. La pulsión del tocar y mirar es el cénit de la conexión.  La visibilidad en exceso se vuelve obscena. El amor se domestica como fórmula de consumo y de confort. La positividad ya no deja espacio para la negatividad de la pasión como antes. Las redes sociales muestran mayoritariamente un mundo perfecto, sin fracaso ni tristeza.

El enjambre digital consta, según Han (En el enjambre, 2014), de individuos aislados que ya no desarrollan ningún “nosotros”. El “nosotros” que antes producía comunidades, hoy se convierte en acumulaciones de “egos” alrededor de una marca. Las pantallas suplen las relaciones personales. Adultos, adolescentes y niños llenan sus vacíos y vanidades al estilo mirón.

Si en relación con la literatura, Mario Benedetti decía, en Artes y oficios (1968), que es peligroso fijar la frontera entre lo artístico y lo pornográfico u obsceno porque muchas obras literarias que fueron consideradas pornográficas en su época más tarde fueron consideradas por su verdadero valor; en relación con la galaxia Internet, también parece peligroso o exagerado fijar  la frontera entre la comunicación digital y lo pornográfico u obsceno, pero la paradoja es que vivimos coaccionados por el ojo digital, por el mirón, con un sentimiento de libertad y de elección voluntaria. Las redes sociales, que se presentan como espacios de libertad, adoptan formas totales que ejercen un control con la máscara de la libertad; la globalización es un gran panóptico (Google, Facebook…) y somos actores voluntarios, exhibicionistas y en algunos casos víctimas de fenómenos como el oversharing, el sharenting o el sexting, por la sobreexposición de información personal, que puede acarrear casos de robos de identidad, ciberacoso, perjuicio reputacional, publicidad engañosa o dañina, criminalidad en el mundo físico derivada de la información obtenida en Internet, envío de vídeos de contenido sexual por medio de celulares sin consentimiento de la persona afectada…

En la sociedad de la producción impaciente, de la hiper información y de la hiper comunicación, el concepto de “pornografía” se amplía, pues, con una nueva noción del ámbito digital y social que quizá no tarde mucho tiempo en convertirse en la cuarta acepción del diccionario (*). Mientras eso no ocurra, nos podría servir la definición siguiente: Pornografía socio digital: «Exposición de hechos, intimidades, pasiones (en palabras, fotos, audiovisuales) ante personas conocidas, desconocidas, amigas o enemigas, con artilugios del enjambre como Google, Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, Pinterest…».


(*) RAE:

1. f. Presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación. 2. f. Espectáculo, texto o producto audiovisual que utiliza la pornografía. Prohibieron la venta de pornografía en los quioscos. 3. f. Tratado acerca de la prostitución.