Goya decía
el sueño de la razón produce monstruos,
una espada de doble filo:
sin la razón afloran todo lo irracional,
que desemboca en la ignorancia,
y la razón es la luz que nos saca de la oscuridad
de nuestro propio subconsciente
y de nuestros miedos
pero, por otro lado,
el sueño como liberación de ese mundo interior
controlado por la razón
es una prolífica fuente de creatividad
lo monstruoso es necesario para el arte,
poeta es quien entrena la mirada
para simpatizar con lo esencial de cada uno
el contra, el anti, el no,
el bocabajo, lo torcido, lo inexacto,
lo singular,
lo desmesurado,
el brillo especial en los ojos,
lo esencial en cada alma,
la jarana de los sinsentidos,
lo caótico, lo
transcendental,
la tela rota de Fontana,
las personas curvas de Lizano,
la casa solitaria de Emily Dickinson
que nunca se convirtió en prisión,
la habitación propia sagrada
donde respiró Virginia Woolf
ampliar el horizonte de posibilidad,
ir más allá de los muros inescapables de lo social,
redefinir con cada paso los límites,
rechazar el veneno del pensamiento único,
reinventar el amanecer y el ocaso,
porque el arte necesita monstruos,
y los monstruos,
los verdaderos monstruos,
necesitan arte.