Recibo algunas cartas solicitándome alguna guía sobre aromas y feromonas. Sin embargo, parece que en ninguno de los estudios llevados a cabo sobre feromonas existe un incremento estadísticamente significativo en las conductas sociosexuales para los grupos experimentales. En particular, no parece haber datos concluyentes que respalden la afirmación de que las feromonas aumenten el atractivo de quienes se embalsaman en ellas para el otro sexo.
Pero, dicho esto, imagine todo su ser recorrido por un escalofrío de arriba abajo. Vaya más allá e imagine todo el ser de su media naranja con una sensación análoga. Pues bien, amiga, si usted ha logrado este hito, dese por embragada. Así es. Usted ha conseguido que el eje de su pareja participe del movimiento del suyo por medio de un mecanismo adecuado. Y claro, su pareja también estará embragada.
Ahora bien, que el mecanismo adecuado se base en un perfume o en esa lencería de muselina que reservamos para ocasiones especiales es indiferente. Lo sustancial está en la conexión de esos deseos.
No se complique y actúe con naturalidad. Y, cuando haya que desembragar, se desembraga.