El mar es un pozo
y los ángeles se llevaron
las latas de conserva muy lejos.
Enfermos de dictadura,
mordemos a quien se despista
o le falta fuerza
y, como si chupáramos mejillones,
le absorbemos hasta el tuétano.
Tres mil quinientos millones
de microondas vacíos,
girando su barriga
en una melodía hipnótica:
canción que arrastra a hombres y a mujeres,
dejando los campos con todas las raíces abiertas,
haciéndose añicos
bajo el trote del caballo.
Herraduras amarillas hundiéndonos
en una perpetua edad de crecimiento.